PROMETO SER FIEL
Desde la primera vez que te vi,
quedé prendado a ti y en ese momento sentí que estábamos hechos el uno para el
otro. Me lo demostraron tus ojos
brillantes y la ternura con que me miraron, tu sonrisa y tu voz. Pero lo mejor fue cuando me tomaste en tus
brazos y me acariciaste suavemente.
Me llevaste a tu casa, conocí al
resto de tu familia que muy pronto también se convirtió en la mía, me diste un
lugar privilegiado en tu vida, rica comida, un lecho donde dormir y la mejor
atención, es decir: Me diste un
hogar.
Pronto descubrí que teníamos gustos muy similares: Los paseos largos, sentarnos uno al lado del otro, jugar, saltar, correr y gracias a esa coincidencia en nuestros gustos, me dedicabas parte de tu tiempo. Sí, todos en mi hogar estaban muy pendientes de mí; recuerdo que cuando se iban siempre los acompañaba hasta la puerta y cuando regresaban me llamaban para que vaya a recibirlos, pero eso no era necesario, porque desde lejos ya sabía que llegarían y me ponía tan feliz que no cabía en mí de tanta alegría. Daba igual si se iban por poco tiempo o por muchas horas, ya que yo siempre me sentía inmensamente feliz de verles llegar y sé que a ustedes también les producía mucha alegría verme.
Con el tiempo se hicieron indispensables en mi vida y yo en la de ustedes. A veces hacía travesuras pero, aunque me consentían mucho, recibía disciplina y enseguida aprendí lo que les gustaba y lo que no, e intentaba no hacer nada que los disgustara; aprendí a obedecer.
Me encantaba salir de paseo, trotar o sólo sentarme a tu lado a ver no sé qué cosa que veías hacia el firmamento, pero ahí estaba yo para acompañarte.
En ocasiones me sentí enfermo y todos preocupados en mi hogar, me atendían muy rápido y mi recuperación era pronta; se quedaban a mi lado y hasta se turnaban para que no me quedara solo, y eso me gustaba, por lo tanto aprendí que cuando enfermabas o alguien de mi familia lo estaba, mi compañía a su lado junto a ustedes, era importante. Y ahí muy cerca, esperaba por su recuperación. Según tu parecer y así lo decías, mi proximidad les ayudaba a mejorar. Y realmente así es: Una de mis misiones de vida es ayudarlos a sanar física y emocionalmente. Vine al mundo a protegerlos, a entenderlos, a acompañarlos, a enseñarles que se puede sentir un gran amor por alguien como yo, aún siendo de otra especie, y que lo pueden manifestar abiertamente porque yo lo acepto. Vine al mundo a amarlos y ustedes lo han entendido muy bien y además me han amado.
Pronto descubrí que teníamos gustos muy similares: Los paseos largos, sentarnos uno al lado del otro, jugar, saltar, correr y gracias a esa coincidencia en nuestros gustos, me dedicabas parte de tu tiempo. Sí, todos en mi hogar estaban muy pendientes de mí; recuerdo que cuando se iban siempre los acompañaba hasta la puerta y cuando regresaban me llamaban para que vaya a recibirlos, pero eso no era necesario, porque desde lejos ya sabía que llegarían y me ponía tan feliz que no cabía en mí de tanta alegría. Daba igual si se iban por poco tiempo o por muchas horas, ya que yo siempre me sentía inmensamente feliz de verles llegar y sé que a ustedes también les producía mucha alegría verme.
Con el tiempo se hicieron indispensables en mi vida y yo en la de ustedes. A veces hacía travesuras pero, aunque me consentían mucho, recibía disciplina y enseguida aprendí lo que les gustaba y lo que no, e intentaba no hacer nada que los disgustara; aprendí a obedecer.
Me encantaba salir de paseo, trotar o sólo sentarme a tu lado a ver no sé qué cosa que veías hacia el firmamento, pero ahí estaba yo para acompañarte.
En ocasiones me sentí enfermo y todos preocupados en mi hogar, me atendían muy rápido y mi recuperación era pronta; se quedaban a mi lado y hasta se turnaban para que no me quedara solo, y eso me gustaba, por lo tanto aprendí que cuando enfermabas o alguien de mi familia lo estaba, mi compañía a su lado junto a ustedes, era importante. Y ahí muy cerca, esperaba por su recuperación. Según tu parecer y así lo decías, mi proximidad les ayudaba a mejorar. Y realmente así es: Una de mis misiones de vida es ayudarlos a sanar física y emocionalmente. Vine al mundo a protegerlos, a entenderlos, a acompañarlos, a enseñarles que se puede sentir un gran amor por alguien como yo, aún siendo de otra especie, y que lo pueden manifestar abiertamente porque yo lo acepto. Vine al mundo a amarlos y ustedes lo han entendido muy bien y además me han amado.
Sé que mi vida no es muy larga, comparada a la tuya y tú lo sabes, pero
lo que viva a tu lado ha valido la pena, por eso hoy puedo decir que soy una
mascota muy feliz a tu lado y te agradezco enormemente a ti y a tu familia por
haberme recibido en tu hogar y convertirlo también en el mío.
Cuando llegue el momento de
partir sé que quedaré en tu corazón toda la vida, al igual que ya tú quedaste
en la mía, pero mientras llegue ese instante, seguiré disfrutando cada cosa que
se te ocurra hacer junto a mí, día a día.
Gracias por amarme.
Yo por mi parte, prometo serte
fiel hasta mi último suspiro.
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